ABRAZOS EN CLASE: EDUCAR CON AFECTIVIDAD Y CON EFECTIVIDAD
No comparto en absoluto la afirmación de que se educa en casa y se aprende en la escuela.
Hoy en día se educa en la familia, pero también en la escuela. Y estoy convencido de que se aprende en la escuela y en la familia (y gracias a los medios de comunicación, a la facilidad del acceso a la información...). No ser consciente de ello es un grave perjuicio para los niños y niñas, pero también para la escuela y las familias.
La clave está en la cooperación y la coordinación entre familia y escuela. Ya va siendo hora de que todos rememos en la misma dirección, que todos demos los mismos "mensajes", que todos entendamos y compartamos que hay algunos valores que son indispensables para sobrevivir en el mundo actual.
La confianza, la cooperación, la responsabilidad, la transparencia, el entusiasmo son algunos de esos valores que, además de en la familia, deben tener cabida en la escuela. Por eso es necesario educar en nuestras escuelas con afectividad y efectividad.
Los estudiantes de nuestras escuelas tienen que "abrazar" los contenidos de las distintas materias. Queremos que terminen la escuela con el máximo nivel de conocimientos posibles. Pero también tienen que "abrazar" las destrezas, las habilidades y las competencias que les permitirán tener una vida plena.
Pero, aunque algunos todavía sean reticentes a creerlo, los niños y niñas deben ser ellos mismos abrazados, en sentido literal y figurado. Es cierto que los abrazos no sustituyen a las aprendizajes de lengua, sociales o naturales..., eso es cierto, pero sin duda ayudan a que todo esto se entienda mejor, se asimile más y se interiorice de forma significativa de modo que sean capaz de utilizarlos durante toda su vida.
Aunque te cueste entenderlo, los abrazos no se dan solo con los brazos, no es solo, acercan nuestros corazones para que latan uno junto a otro. Los abrazos también se dan con la mirada, preguntando cómo te encuentras, qué te preocupa, cómo te sientes, qué te pasa... Y de ese tipo de abrazos los docentes tenemos que darlos todos los días, en todo momento.
Hoy en día se educa en la familia, pero también en la escuela. Y estoy convencido de que se aprende en la escuela y en la familia (y gracias a los medios de comunicación, a la facilidad del acceso a la información...). No ser consciente de ello es un grave perjuicio para los niños y niñas, pero también para la escuela y las familias.
La clave está en la cooperación y la coordinación entre familia y escuela. Ya va siendo hora de que todos rememos en la misma dirección, que todos demos los mismos "mensajes", que todos entendamos y compartamos que hay algunos valores que son indispensables para sobrevivir en el mundo actual.
La confianza, la cooperación, la responsabilidad, la transparencia, el entusiasmo son algunos de esos valores que, además de en la familia, deben tener cabida en la escuela. Por eso es necesario educar en nuestras escuelas con afectividad y efectividad.
Los estudiantes de nuestras escuelas tienen que "abrazar" los contenidos de las distintas materias. Queremos que terminen la escuela con el máximo nivel de conocimientos posibles. Pero también tienen que "abrazar" las destrezas, las habilidades y las competencias que les permitirán tener una vida plena.Pero, aunque algunos todavía sean reticentes a creerlo, los niños y niñas deben ser ellos mismos abrazados, en sentido literal y figurado. Es cierto que los abrazos no sustituyen a las aprendizajes de lengua, sociales o naturales..., eso es cierto, pero sin duda ayudan a que todo esto se entienda mejor, se asimile más y se interiorice de forma significativa de modo que sean capaz de utilizarlos durante toda su vida.
Aunque te cueste entenderlo, los abrazos no se dan solo con los brazos, no es solo, acercan nuestros corazones para que latan uno junto a otro. Los abrazos también se dan con la mirada, preguntando cómo te encuentras, qué te preocupa, cómo te sientes, qué te pasa... Y de ese tipo de abrazos los docentes tenemos que darlos todos los días, en todo momento.
Gracias Salvadoroj!
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